¡Patrimonio Inmaterial de la Humanidad!

Ninguna fiesta en Colombia es tan colorida como el Carnaval de Negros y Blancos de Pasto. Cada año, desde el 2 hasta el 7 de enero, se escribe un nuevo capítulo de la identidad, magia y el talento que habita en la capital nariñense.

Propios y turistas gozan al son de la música andina y del sonsureño y se fascinan con los desfiles, el juego y las creaciones de los artesanos pastusos que ponen el alma y corazón en sus disfraces y carrozas.

El Carnaval, nace de la fusión de múltiples culturas y expresiones, andinas, amazónicas y afro, las cuales se mezclan para dar comienzo a una fiesta donde todos son bienvenidos. Aparece en el siglo XVI como un ritual indígena de la cultura Quillasinga que honraba a la luna y al sol para que cuidasen sus cultivos.

Más tarde, la Corona Española concedió el día 5 de enero, una fecha para que los esclavos tuvieran un día descanso y pudieran ser verdaderamente libres. Esta costumbre se extendió e hizo parte de las tradiciones festivas que se celebraban en la víspera del Día de Reyes.

Por su parte, el juego de Blancos, nace el 6 de enero de 1912. La casa de las señoritas Robby, ubicada en la Calle Real, sería el epicentro de una gran fiesta, donde un grupo de sastres, entre que se encontraban Ángel María López y Máximo Erazo, tomaron una polvera francesa y comienzan a esparcir los polvos con perfume de mujer al son del grito ¡Vivan los Blanquitos!

Lo que comenzó como una broma, se quedaría en la retina de los pastusos que hasta el día de hoy celebran con algarabía el Carnaval de Negros y Blancos.